"El Rocinante" viaja llevando teatro a los pueblos del estado de Michoacán.
Te invitamos a conocer nuestra experiencia y trabajo teatral con las comunidades.
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Cuentan por ái los romances

de un corcel metalizado
que en los pueblos anda en lances
¡y quesque se arma en tinglado!

Las gentes, con tal asombro
ante rocín tan gitano,
como a su primo troyano
se vuelcan hombro con hombro,
y se hallan dentro´el corcel
en tan magnífico teatro
que dicen que es “por encanto”
no quererse salir dél.

Rocinante, fiel amigo:
De albergar artes no te hartes.
Lleva el Teatro a todas partes,
a quienes no lo han tenido.
Y que las gentes te vean
con tus tramoyas y ruido
al aire como banderas
¡cumpliendo tu cometido! *

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miércoles, 26 de enero de 2011

Buenavista Tomatlán, tierra de limones.

La temporada pasada el Teatro Rocinante visitó Buenavista, este año regresamos a una de sus tenencias: Felipe Carrillo Puerto (La Ruana).

La gente del municipio, así como la familia encargada de recibirnos en su casa para alimentarnos nos dió una de las más cálidas recepciones que hemos tenido. La gente en tierra caliente es festiva, desenfadada, abierta y nos hicieron sentir como en casa.
Familia del Sr. Moises, regidor, con quienes comíamos.

El Rocinante se instaló frente a la jefatura de policía y por 15 días estuvimos trafagueando entre la Ruana y las comunidades de Buenavista. Ya había conocimiento del proyecto pero de cierta manera era la primera vez que estábamos ahí.

Público del Yeitotol en La Ruana.
Las respuestas al teatro fueron variadas, los niños ahí parecieran crecer mas rápido, madurar pronto, por lo tanto con El Yeitotol nos tocó de todo, algunos niños se sentían ya grandes para el teatro infantil. Y sin embargo oí a muchos otros salir gritando, ¡Me gusto mamá!

Martina, espectadora de El Yeitotol

Con Los Murmullos también nos llevamos gratas sorpresas, este fue uno de los lugares es que la gente se acercaba al terminar la función muy emocionada: ¡No me esperaba ver cuentos del Llano en Llamas y Pedro Páramo!, comentaba uno de los espectadores.

Elizabeth, espectadora de Los Murmullos

A la última función de Los Murmullos, fueron las señoras que nos daban de comer. Al otro día en su casa, la Sra. Gela nos contó  lo que lo que le había pasado al ver Los Murmullos; cuando era niña, ella y su familia vivieron el reparto agrario. “¡Que dura tanta pobreza¡ –nos dijo- y así es, así fue cuando yo era niña. No hay agua, puro desierto, no hay para comer, me volví a acordar de todo eso y me dio un no-sé-que. Y tanta gente viviendo así.”
Nos contó cómo su familia vivió en una casita de paja, que su mamá traía el agua desde muy lejos y lo poco que tenían. Cómo ella y su hermano no tuvieron infancia de tanto trabajo. Cómo ellos de niños -13 años- convencieron al dueño de la parcela de fiárselas a cambio de las ganancias de algodón que pensaban sembrar ahí, y después con lo que ganaron convencieron al dueño del terreno en que ahora tienen su casa en la Ruana de ir pagando poco a poco. "¡Gracias a Dios que nos permitió superarnos! –nos dice al final.
¡Y yo veía ahí a ese pobre (Juan Preciado) con su maletita y me daba tanta tristeza!"


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