Desde La dama boba que el Teatro Rocinante no pisaba las tierras de Uruapan. Nos tocó a nosotros este reencuentro del cuál regresamos animosos y contentos, como Bonifacio Buenrostro, ruiseñor pico dorado.
Presentamos allá 4 funciones de Juanete y Picadillo en las comunidades de Nuevo Zirosto, Santa Ana Zirosto, Corupo y Capacuaro, en los días en que se estaba montando el Rocinante.
Y el fin de semana del 25 al 27 de Marzo dimos 3 funciones de Los Murmullos y 3 funciones de El Yeitotol, en el Teatro Rocinante ubicado en la Plaza Principal de Uruapan.
Todas las funciones estuvieron llenas, incluso se quedó gente afuera. El público de Uruapan es verdaderamente maravilloso.
Las funciones viven también según sus públicos, van tomando otros rumbos y nuevos sentidos. El público hace que nuestros propios personajes, esos con los que llevamos un año de amor y trabajo, nos hablen de nuevo y digan cosas distintas cada vez.
Saliendo del teatro |
Los niños de la escuela Vasco de Quiroga que fueron a ver El Yeitotol el día viernes, tenían unas caritas maravillosas, disfrutaron la función de una manera increíble, tomaban todo lo que veían y nos lo regresaban con más y más energía cada vez.
El resto de nuestras funciones estuvo también plagado de gente dispuesta a dialogar y compartir por medio del teatro. Niños de todas las edades ahí, con nosotros. De igual modo sucedió con Los Murmullos.
El teatro no deja de sorprenderme y de encantarme, como espectadora y como actriz. Hay algo latente ahí, que cuando sucede, no deja palabras para explicarlo.
Me siento profundamente, conmovida, encantada, dichosa, de poder vivir estas experiencias, de llevar ya casi un año en esta gira ambulante, de sentir como el ciclo se va cerrando y descubrirme una persona distinta a la que inició. Gracias a la gente, gracias a mis personajes, a los dramaturgos, a los directores… a todos los que hacen esto posible.
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